domingo, 21 de diciembre de 2014

No busques el fallo

Llevo varios días dándole vueltas a esto, no sé muy bien cómo expresarlo. Espero que me entiendas y que yo sea capaz de explicarme.

Cuando seas moderadamente feliz, cuando la vida te sonría un poco, cuando sientas un cierto placer con algo o con alguien… recuerda: no le busques el fallo. No mires la letra pequeña del contrato, no preguntes hasta dónde o hasta cuándo. Disfrútalo como se disfrutan las cosas imprevistas, las que uno cree no merecer, como un billete encontrado en la calle, como un día de sol en invierno.

No le busques el fallo porque lo encontrarás. No descubras el truco porque la ilusión dejará de maravillarte. A veces para ser feliz hay que ser un poquito ciego.

Hazme caso. Solo los necios se preguntan el precio de lo que no tiene coste, pero cuyo valor es incalculable. Si alguien te acaricia, disfruta la caricia. Si quieres a alguien, no pongas a prueba su amor. No tases lo que te da por lo que crees merecer. No te lo van a cambiar, lo más que conseguirás es sentirte más solo.

¿Te estoy diciendo que seas conformista? Sí y no. Te estoy diciendo que defiendas tu felicidad como una trinchera. Que no seas tan exigente con los defectos de los demás. Hablando de defectos, tú también los tienes ¿recuerdas?

Muchos te hablarán estos días de magia, de sueños, de príncipes y princesas azules. Creo que ya eres mayor para creer en cuentos de hadas. O a lo mejor no, y tal vez hagas bien en creer en la magia. Pero recuerda esto: la magia solo existe mientras persiste el deseo. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

¿Desesperación o desesperanza?

Dime que te pasa, qué sientes. Dime lo que ya sé, que estás harto. Lo que no reconoces ni a tus más cercanos. Ven. Hagamos un diagnóstico.

¿Estás desesperado o desesperanzado?

¿Desesperado? Bien: ahora ves la realidad del problema, la necesidad de correr para no caerte. Es un comienzo. Es la única realidad. Tú y la meta, la única salida. Empiezas a entenderlo. Quizás llegues o quizás no. En realidad pronto verás que lo importante es ponerte en movimiento. Lo demás, no importa, no existe.

¿Desesperanzado? ¿En serio? Entonces tu problema es más serio de lo que pensaba. Sobre todo porque empieza y acaba en ti mismo. Tendrás que abrir los ojos. Tendrás que abrir puertas que no sabías que existían. Tendrás que correr sabiendo que no llegarás, sólo para acostumbrarte a correr.

Aún no has empezado a andar. Tendrás que aprender a hacerlo.

Y además contarás con un gran inconveniente: la parte de ti mismo que te dice que no podrás hacerlo. Deberás mirar a otro lado y asegurarte de que no te ve mientras avanzas. De que solo tú te ves mientras avanzas.

Entonces, quizás, llegarás a estar desesperado.

Bien, es el comienzo.