viernes, 8 de mayo de 2015

La hora feliz

A veces lo único que me apetece es jugar. 

Estoy cansado de tomarme la vida tan en serio como viene en el prospecto. Estoy cansado de ser tan serio y responsable como se espera de mi. Sucede que a veces solo quiero jugar un rato. Experimentar ¿comprenden? sin tener que jugarme el todo por el todo todo el rato. Poder divertirme sin temer las consecuencias. Vivir intensamente inmolándome en el momento, sin importar el que dirán. Sin mañana y sin ayer. Sin pensar en el después.

No piensen que quiero ser niño. Aborrezco de mi infancia. Quiero ser quien soy. Pero sin tanta gravedad ¿comprenden? solo quiero jugar un rato, disfrutar trasgrediendo las normas: ser travieso, pero sin maldad.

Hay una hora feliz de la vida, en la que nada de lo que haces o dices te pasa factura. Luego hay otra en la que cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en tu contra. Adivinen cual prefiero. Y en cual estoy.

A todos se nos debería permitir jugar un poco. Tiempo muerto. Seguro que entonces todos seríamos un poco más felices. Y más responsables. Por llevar la contraria.