jueves, 4 de junio de 2015

Huecos

De pronto te ves, años después, escuchando la misma canción que te hizo una vez soñar.  Pero ahora no te suena igual, le encuentras defectos que antes no veías. De pronto, te das cuenta de que ya no te gusta lo que una vez escribiste. Parece de otro, te dices.  Es extraño, como esas fotografías antiguas que muestran a un desconocido, y resulta que el desconocido eres tú.

A través de todo lo que lees y de lo que dejas de sentir se vislumbran espacios, grietas por las que se cuela la luz, como las rendijas de una persiana. Hora de despertarse.

Crecer es despedirse. De ropas que ya no te quedan, de direcciones y horarios, de los viejos amores que una vez fueron y hoy son recuerdo. Para seguir viviendo hay que morir un poco. A cada inspiración le sigue una exhalación. 

A veces no queda otra que coger aguja, tijeras e hilo, y tapar, cubrir aquello que aún somos con aquello que debemos ser. En el fondo, remendar. Algunos te dicen que esto es madurar, yo lo llamo tapar huecos.