lunes, 3 de noviembre de 2014

¿Desesperación o desesperanza?

Dime que te pasa, qué sientes. Dime lo que ya sé, que estás harto. Lo que no reconoces ni a tus más cercanos. Ven. Hagamos un diagnóstico.

¿Estás desesperado o desesperanzado?

¿Desesperado? Bien: ahora ves la realidad del problema, la necesidad de correr para no caerte. Es un comienzo. Es la única realidad. Tú y la meta, la única salida. Empiezas a entenderlo. Quizás llegues o quizás no. En realidad pronto verás que lo importante es ponerte en movimiento. Lo demás, no importa, no existe.

¿Desesperanzado? ¿En serio? Entonces tu problema es más serio de lo que pensaba. Sobre todo porque empieza y acaba en ti mismo. Tendrás que abrir los ojos. Tendrás que abrir puertas que no sabías que existían. Tendrás que correr sabiendo que no llegarás, sólo para acostumbrarte a correr.

Aún no has empezado a andar. Tendrás que aprender a hacerlo.

Y además contarás con un gran inconveniente: la parte de ti mismo que te dice que no podrás hacerlo. Deberás mirar a otro lado y asegurarte de que no te ve mientras avanzas. De que solo tú te ves mientras avanzas.

Entonces, quizás, llegarás a estar desesperado.

Bien, es el comienzo.