domingo, 21 de diciembre de 2014

No busques el fallo

Llevo varios días dándole vueltas a esto, no sé muy bien cómo expresarlo. Espero que me entiendas y que yo sea capaz de explicarme.

Cuando seas moderadamente feliz, cuando la vida te sonría un poco, cuando sientas un cierto placer con algo o con alguien… recuerda: no le busques el fallo. No mires la letra pequeña del contrato, no preguntes hasta dónde o hasta cuándo. Disfrútalo como se disfrutan las cosas imprevistas, las que uno cree no merecer, como un billete encontrado en la calle, como un día de sol en invierno.

No le busques el fallo porque lo encontrarás. No descubras el truco porque la ilusión dejará de maravillarte. A veces para ser feliz hay que ser un poquito ciego.

Hazme caso. Solo los necios se preguntan el precio de lo que no tiene coste, pero cuyo valor es incalculable. Si alguien te acaricia, disfruta la caricia. Si quieres a alguien, no pongas a prueba su amor. No tases lo que te da por lo que crees merecer. No te lo van a cambiar, lo más que conseguirás es sentirte más solo.

¿Te estoy diciendo que seas conformista? Sí y no. Te estoy diciendo que defiendas tu felicidad como una trinchera. Que no seas tan exigente con los defectos de los demás. Hablando de defectos, tú también los tienes ¿recuerdas?

Muchos te hablarán estos días de magia, de sueños, de príncipes y princesas azules. Creo que ya eres mayor para creer en cuentos de hadas. O a lo mejor no, y tal vez hagas bien en creer en la magia. Pero recuerda esto: la magia solo existe mientras persiste el deseo.